Desde el cabo San Vicente
(...)
¡Ah, los paquebotes, los
buques mercantes, los barcos de vela!
¡Van escaseando - ¡ay de mí!
– los barcos de vela en los mares!
¡Y yo que amo la civilización
moderna, yo que beso con el alma las máquinas,
yo el ingeniero, yo el
civilizado, yo el educado en el extranjero,
me gustaría tener otra vez
ante mi vista sólo veleros y barcos de madera,
no saber de otra vida
marítima que la antigua vida de los mares!
Porque los mares antiguos son
la Distancia
Absoluta,
la Pura Lejanía, liberada del peso de lo Actual…
¡Ah, y cómo aquí todo me
recuerda aquella vida mejor,
Aquellos mares, más grandes,
porque se navegaba más despacio!
Aquellos mares, misteriosos,
porque se sabía menos de ellos.
Desde la Torre de Belén
(...)
Me invade poco a poco el
delirio de las cosas marítimas,
me penetran físicamente el
muelle y su atmósfera,
el marullear del Tajo me
salta por encima de los sentidos,
y empiezo a soñar, y comienzo
a envolverme en el sueño de las aguas,
comienzan a engranar las
correas-de-transmisión de mi alma
y la aceleración del
engranaje me sacude nítida mente.
Cerca de Cascais
(...)
Me llaman las aguas,
me llaman los mares,
me llaman, alzando la voz
corpórea, las lejanías,
todas las épocas marinas
sentidas en el pasado, llamando.
Cerca de Cascais
(…)
¡Ah sea como sea, sea hacia
donde fuera, partir!
Marcharse por ahí fuera, por
las olas, por el peligro, por el mar,
ir hacia la Lejanía, ir hacia Fuera,
hacia la Distancia Abstracta,
indefinidamente por las
noches misteriosas y hondas,
llevado como polvareda por
los vientos, por los vendavales!
¡Ir, ir, ir, ir de una vez!
¡Toda mi sangre rabia por
tener alas!
¡Todo mi cuerpo se arroja
hacia delante!
¡Salto a lo largo de mi
imaginación como torrentes!
¡Me atropello, rujo, me
precipito!...
¡Estallan en espuma mis
ansias
y mi carne es una ola
batiendo contra los acantilados!
Cerca del cabo San Vicente
(...)
¡Eh marineros, gavieros! ¡Eh
tripulantes, pilotos!
¡Navegantes, mareantes,
marinos, aventureros!
¡Eh capitanes de
navíos!¡Hombres al timón y los mástiles!
¡Hombres que duermen en rudas
literas!
¡Hombres que duermen con el
Peligro acechando por las portillas!
¡Hombres que duermen con la
muerte por almohada!
¡Hombres que tienen
toldillas, que tienen puentes desde donde mirar
la inmensidad inmensa del mar
inmenso!
Desde el cabo San Vicente
(…)
¡Hombres del mar actual!
¡Hombres del mar pasado!
¡Comisarios de a bordo!
¡Esclavos de las galeras! ¡Combatientes de Lepanto!
¡Piratas del tiempo de Roma! ¡Navegantes de Grecia!
¡Fenicios! ¡Cartagineses!
¡Portugueses arrojados de Sagres
a la aventura indefinida, al
Mar Absoluto, para realizar lo imposible!
¡Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh!
¡Hombres que levantasteis
padrones, que disteis nombres a cabos!
(...)
Álvaro de Campos. Oda Marítima
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