sábado, 18 de agosto de 2012

PESSOA y el MAR II (Oda Marítima)

Desde el cabo San Vicente
(...)

¡Ah, los paquebotes, los buques mercantes, los barcos de vela!
¡Van escaseando - ¡ay de mí! – los barcos de vela en los mares!
¡Y yo que amo la civilización moderna, yo que beso con el alma las máquinas,
yo el ingeniero, yo el civilizado, yo el educado en el extranjero,
me gustaría tener otra vez ante mi vista sólo veleros y barcos de madera,
no saber de otra vida marítima que la antigua vida de los mares!
Porque los mares antiguos son la Distancia Absoluta,
la Pura Lejanía, liberada del peso de lo Actual…
¡Ah, y cómo aquí todo me recuerda aquella vida mejor,
Aquellos mares, más grandes, porque se navegaba más despacio!
Aquellos mares, misteriosos, porque se sabía menos de ellos.


 Desde la Torre de Belén
(...)
 
Me invade poco a poco el delirio de las cosas marítimas,
me penetran físicamente el muelle y su atmósfera,
el marullear del Tajo me salta por encima de los sentidos,
y empiezo a soñar, y comienzo a envolverme en el sueño de las aguas,
comienzan a engranar las correas-de-transmisión de mi alma
y la aceleración del engranaje me sacude nítida mente.


 Cerca de Cascais
(...)

Me llaman las aguas,
me llaman los mares,
me llaman, alzando la voz corpórea, las lejanías,
todas las épocas marinas sentidas en el pasado, llamando.


 Cerca de Cascais

(…)

¡Ah sea como sea, sea hacia donde fuera, partir!
Marcharse por ahí fuera, por las olas, por el peligro, por el mar,
ir hacia la Lejanía, ir hacia Fuera, hacia la Distancia Abstracta,
indefinidamente por las noches misteriosas y hondas,
llevado como polvareda por los vientos, por los vendavales!
¡Ir, ir, ir, ir de una vez!
¡Toda mi sangre rabia por tener alas!
¡Todo mi cuerpo se arroja hacia delante!
¡Salto a lo largo de mi imaginación como torrentes!
¡Me atropello, rujo, me precipito!...
¡Estallan en espuma mis ansias
y mi carne es una ola batiendo contra los acantilados!


 Cerca del cabo San Vicente
(...)
 
¡Eh marineros, gavieros! ¡Eh tripulantes, pilotos!
¡Navegantes, mareantes, marinos, aventureros!
¡Eh capitanes de navíos!¡Hombres al timón y los mástiles!
¡Hombres que duermen en rudas literas!
¡Hombres que duermen con el Peligro acechando por las portillas!
¡Hombres que duermen con la muerte por almohada!
¡Hombres que tienen toldillas, que tienen puentes desde donde mirar
la inmensidad inmensa del mar inmenso!


Desde el cabo San Vicente
(…)

¡Hombres del mar actual! ¡Hombres del mar pasado!
¡Comisarios de a bordo! ¡Esclavos de las galeras! ¡Combatientes de Lepanto!
¡Piratas del tiempo de Roma! ¡Navegantes de Grecia!
¡Fenicios! ¡Cartagineses! ¡Portugueses arrojados de Sagres
a la aventura indefinida, al Mar Absoluto, para realizar lo imposible!
¡Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh!
¡Hombres que levantasteis padrones, que disteis nombres a cabos!

(...) 


Álvaro de Campos. Oda Marítima
 

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