jueves, 9 de agosto de 2012

PESSOA en LISBOA II



"¡Ah, el sonido de la cena en las casas felices!
Paso, y mis oídos ven por dentro de las casas.

Paso, en la noche de la calle suburbana,
regreso de conferencias con peritos como yo.
Regreso solo, y ahora poeta, sin pericia ni ingeniería,
humano hasta el sonido de mis zapatos solitarios en el comienzo de la noche
donde a lo lejos la puerta de la tienda tardía se cubre con el último cierre.

Mi exilio natural se enternece en lo oscuro
de la calle mi hogar, de la calle mi ser, de la calle mi sangre.
¡Ser el niño económicamente asegurado,
con la cama blanda y el sueño de la infancia y la criada!
¡Oh mi corazón sin privilegio!
¡Mi sensibilidad de la exclusión!
¡Mi pesar externo de ser yo!

¿Quién hizo leña de toda la cuna de mi infancía?
¿Quién hizo trapos de limpiar el suelo de mis pañuelos de niño?
¿Quién expuso encima de las cáscaras y de la pelusa de las casas
en los bidones de basura del mundo
los encajes de aquella camisa que hicieron para que me bautizaran?
¿Quién me vendió al destino?
¿Quién me cambió por mí?

Vengo precisamente de hablar en circunstancias positivas.
Expuse puntos concretos, como un numerador automático.
Tuve razón como una balanza.
Hablé como sabía.




Ahora, camino del tranvía del final de línea de donde se vuelve a la ciudad,
paso, bandido, metafísico, bajo la luz de las apartadas farolas,
y en sombra entre las dos farolas apartadas tengo ganas de no seguir...
pero cogeré el tranvía,
sonará dos veces el timbre allá en el final invisible de la correa combada
por las manos de dedos gruesos del conductor sin afeitarse.
Cogeré el tranvía.
Ay de mí, a pesar de todo, siempre cojo el tranvía...
siempre, siempre, siempre...
vuelvo siempre a la ciudad,
vuelvo siempre a la ciudad, después de especulaciones y desvíos,
vuelvo siempre con ganas de cenar,
pero nunca cené la cena que suena detrás de las persianas
de las casas felices de los alrededores por donde se vuelve en tranvía,
Pago el billete a través de intersticios,
y el conductor pasa junto a mí como si yo fuese la Crítica de la Razón Pura...
-Pagué el billete. Cumplí mi deber. Soy vulgar.
Y todo esto son cosas que ni el suicidio cura..."

Álvaro de Campos

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