viernes, 17 de agosto de 2012

PESSOA y el MAR I (Oda Marítima)

Cerca de Cascais
(...)

¡Ah!, ¿quién sabe, quién sabe
si no partí antaño, antes de mí mismo,
de un muelle; si no dejé, navío al sol
oblicuo de la madrugada,
otra especie de puerto?
¿Quién sabe si no dejé, antes de la hora
en que veo el mundo exterior
amanecer ante mí,
un gran muelle lleno de poca gente,
de una gran ciudad semidespierta,
de una enorme ciudad comercial, crecida, apoplética,
tanto cuanto esto pueda darse fuera del Espacio y del Tiempo?




  Cerca de Cascais 
(...)

Fluctuar como alma en vida, partir como voz,
vivir temblorosamente el momento sobre aguas eternas.
Despertar a días más evidentes que los días de Europa,
ver puertos misteriosos sobre la soledad del mar,
doblar cabos lejanos hacia súbitos paisajes infinitos
por innumerables laderas atónitas…



 De vuelta a la Ilha de Tavira 
(...)

¡Ah, las playas lejanas, los muelles vistos de lejos,
Y después las playas cercanas, los muelles vistos de cerca.
El misterio de cada ida y de cada llegada,
la dolorosa inestabilidad e incomprensibilidad
de este imposible universo
más sentido en la propia piel a cada hora marítima!



 Desde el cabo San Vicente
 (...)

¡Las soledades marítimas, como en ciertos momentos en el Pacífico
en que no sé por qué sugestión aprendida en la escuela
se siente gravitar sobre los nervios el hecho de que aquel es el mayor de los océanos
y el mundo y el sabor de las cosas se tornan un desierto dentro de nosotros!



 
 Ilha de Tavira
(...)

¡Y vosotras, oh cosas navales, mis viejos juguetes de ensueño!
¡Componed mi vida interior fuera de mí!
¡Quillas, mástiles y velas, ruedas de timón, cordajes,
chimeneas de vapores, hélices, gavias, flámulas,
galdropes, escotillas, calderas colectores, válvulas,
caed dentro de mí a montones, en un montón
como el contenido confuso de un cajón vaciado en el suelo!
¡Sed vosotras el tesoro de mi codicia febril,
sed vosotras los frutos del árbol de mi imaginación,
tema de cantos míos, sangre en las venas de mi inteligencia,
vuestro sea el lazo que me une al exterior por la estética,
proveedme de metáforas, imágenes, literatura,
porque en realidad de verdad, en serio, literalmente,
mis sensaciones son barco con la quilla al aire,
mi imaginación un ancla medio sumergida,
mi ansiedad un remo partido
y la urdimbre de mis nervios una red secándose en la playa!

(...)
Álvaro de Campos. Oda Marítima

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