sábado, 30 de octubre de 2010

EL GRITO DEL SABER


 como queriamos demostrar

…o del enseñar, por encima de algunas mentes que sólo piensan parlando.

Grito que en silencio ahora recojo, hablaré de mi experiencia cotidiana, y con gritar me refiero a hablar muy alto, razonar por encima del murmullo, mostrar entusiasmo y también al grito, este sí, propiamente, grito: ¡Alberto, silencio!, ¡María…!, ¡Deja de jugar Javier….! haciendo un alto para poder proseguir con ese necesario otro grito - hablar alto entusiasmado-, para que se escuche bien el discurso, la argumentación, la lógica de lo que cuento, que les demuestre que tiene que ser así y no puede ser de otra manera, porque estamos en Matemáticas y aquí se puede demostrar sin ninguna duda los argumentos, o tener que ser intuitivamente aceptados. Para que así sepan lo que es la seguridad de una verdad demostrada; dónde -en muy pocos lugares no matemáticos o no científicos- es posible esta seguridad y cómo argumentar para acercarse a ella dónde no se puede lograr, es decir, empezar a aprender filosofía.
Pues bien,  actualmente ni siquiera en este área (algunos pensadores han dicho: es lo único que se puede realmente enseñar) donde se podría convencer sin dificultad o convencerse los alumnos solos, preguntándoles yo, es posible explicar, sin reforzar o recordar continuamente: “tu eres el alumno y tienes que escuchar o al menos estar en silencio y dejar escuchar o hablar siguiendo las indicaciones del profesor…” para lo que yo uso el grito mencionado con la perdida de tiempo y energía que ello supone. Y en ese intento de lograrlo, además del murmullo lo obstaculiza la impaciencia, las manos levantadas con bocas habladoras pegadas en el acto de levantarse cuando he planteado una cuestión  que quiero todos intenten resolver antes de que uno de ellos dé la solución, arruinando, esa boca pegada a la mano levantándose del que tiene afán de protagonismo, el aprendizaje de “saberse responder uno mismo” de todos los demás compañeros. Otro problema surge cuando los alumnos quieren que se cumpla esa sagrada consigna “hay que resolver todas las dudas de cada uno atendiendo a la diversidad” de la “innovación” educativa, cuando algún alumno entiende que no tener dudas es saberlo sin pensar como se da cuenta sin ningún esfuerzo de lo que pasa en las “estupendas” series de televisión para adolescentes, y exige que lo hagas, cuando hacerlo así es “sacarle las castañas del fuego” sin enseñarle a sacárselas él mismo. Porque como les digo, no todo se entiende inmediatamente, muchas veces lo entenderán cuando acabe yo ese  argumento, razonamiento, ejemplo, ejercicio… que ha interrumpido, también, esa duda en la boca pegada a la mano levantándose, o cuando viendo un ejercicio resuelto hagan otro, o cuando ellos solos se den cuenta, o al comprobar que no puede haber otra solución…de diversas formas pero siempre: esforzándose, claro.
Y quiero aclarar que yo estoy en contra de las clases magistrales donde sólo el profesor habla y los alumnos escuchan y/o toman apuntes y luego hacen mecánicamente los ejercicios tal y como dice el profesor por que él lo dice. Pero claro está, que en una clase aunque sea “moderna”, cuenta con la participación activa del alumno, en frecuentes ocasiones el profesor tendrá que decir y el alumno sólo escuchar, y pensar en silencio - algunos ni todavía saben hacerlo a estas alturas- para que construya su aprendizaje cuando participe activamente pensando las cuestiones que les planteo o resolviendo los ejercicios o problemas prácticos… y precisamente conseguir en esas frecuentes ocasiones ser escuchado exige ese “mi grito”, mi entusiasmo, mi teatro, más que si sólo diera clases magistrales, por tanto, pienso, para educar bien en la actualidad es más necesario que nunca, y más escaso, la buena educación, el saber estar  del alumno, el respeto al profesor y la confianza, también de los padres, en que el profesor sabe lo que hace y dice, es decir, en uno de los significados de “autoridad”, en su materia y trabajo… “Autoridad” contra la que claman esos “alternativos”, “progres”, “innovadores”, “pedagogos” que no han pisado un aula en su vida como docentes.


Cierto profesor de matemáticas en educación secundaria.

2 comentarios:

  1. Los, profesores, esos mártires de hoy... deberían pagaros como a los pilotos, qué coño!

    los profesores son pilotos... de conciencias.

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  2. ...mejor, despertadores de conciencias, que cada una vaya después donde quiera...

    ...y ahora, cuesta más esfuerzo despertarlas que dirigirlas, para esto sólo hace falta la mentira o el dinero o la espectacularidad o el miedo...

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